lunes, 18 de agosto de 2008

Savia nueva e indecisa

Hay bandas novatas de música que, nada más escucharlas, presientes que van a tener éxito. Este es el caso de Bad Veins, un dúo de Cincinnati que, de forma rudimentaria, tenía hechuras de gran grupo, a pesar de tener que contar con cintas pregrabadas para completar sus composiciones. 12 meses después de predecirlo, los estadounidenses no han terminado de grabar el que será su primer álbum. En aquel junio de 2007, ya contaban con más de ocho canciones de calidad. Sencillas, pero de gran corte melódico, similar a The Von Bondies, por ejemplo.

¿Qué ha ocurrido en ese tiempo?, pues no se sabe muy bien. Por lo menos, tienen la lección de marketing aprendida, con ventas de camisetas en su myspace. En junio, la banda comunicó en su blog que faltaban unos flecos para terminar de grabar en estudio. Por el momento, la nueva producción suena más contundente, muy diferente al encanto de sus limitados recursos y al de satisfacer con el sonido que ellos podían emitir, sin más. A grupos tan dispares como Korn se les lapidó por esa misma razón con su Untouchables. Por hablar de su mismo estilo, The Strokes mostraron una nimiedad de álbum con First Impressions of Earth si se compara con Is this It, el primer largo. Simple, pero mucho más enriquecedor.

El camino probablemente está tomado por la banda y su discográfica. Gold and Warm, su corte más aclamado, ya ha sido remasterizado. Las diferencias no son tan notorias, pero la primera versión siempre fue mejor.



|Aclaración| Parece ser que los miembros de Bad Veins han leído este post y han comentado en su blog todas las dudas que explicaba. La salida al mercado de su disco depende de que las discográficas tengan la garantía de un número de ventas asequible para rentabilizar gastos de promoción y distribución. Una verdadera lástima que la industria no se haya dado cuenta de lo magníficos que son. Por otro lado, en lo que respecta a la producción de las canciones, llevan meses haciendo pruebas y creen que es mejor un sonido algo más potente (de “lo-fi” a “hi-fi”). A pesar de todos los cambios del negocio musical, pienso que, tarde o temprano, triunfarán.

lunes, 11 de agosto de 2008

Un cumpleaños rodeado de buenos colegas




Tounami Diabaté decidió regalar su música en su 43 cumpleaños. El maliense demostró que la música no entiende de fronteras, al igual que la economía globalizada (no así los derechos humanos, pero ese es otro tema). Para ello contó con cuatro invitados de lujo en una fiesta multicultural, aunque su principal aliado era su kora de 21 cuerdas.





La primera en desfilar fue la islandesa Björk, motivo por el cual decenas de personas llevaban horas en el anfiteatro. Diez minutos y dos canciones con gran soltura, una tediosa y gélida voz que compaginaba a la perfección con los ritmos de la Symmetric Orchestra. Tounami colaboró con ella en su Volta y desde entonces parecen dos enamorados. Una extraña pareja que se compagina a la perfección. Sin embargo, Damon Albarn fue el primero en felicitar a su amigo. El cantante de Blur tocó el cumpleaños feliz ante la inmensa alegría de Tounami y 10000 personas más. Con su piano desglosó diversas piezas de pop británico y la audiencia ya parecía inmersa en un ambiente de festival.





Pero aun quedaba por llegar el duelo entre Tounami y Elíades Ochoa. La guitarra del cubano y el kora de Tounami destellaron. Diabaté -como buen anfitrión- le dejó vencer, pero vendió cara su piel. Para finalizar con el cúmulo de estrellas apareció José Soto, de Ketama. Presentado como un familiar, puesto que el maliense guarda estrechos lazos con el flamenco, Soto deleitó con su cristalina guitarra y empujó definitivamente al público hacia el éxtasis con las palmas.

A la vuelta para el bis, Tounami explicó el por qué de su actuación en la Expo. Habló de la pobreza de recursos en su continente, con un sufrido Albarn a su izquierda. Pidió a la gente que se agarrara de las manos para enseñar la fortaleza de un mundo sin fronteras. El público respondió. Lo único que le podían regalar por su 43 aniversario.




lunes, 4 de agosto de 2008

Baños de masas y cabras locas en la segunda jornada del Summercase


La voz cantante atrae todas las miradas. Bien por su acierto o bien por ser un triste charlatán. Ejemplos hubo el segundo día del Summercase, además de un espléndido recital sureño o auroras musicales.

Una sorpresa sueca

_Shout out Louds. Ritmo, pop y belleza sueca.







Aunque realmente ya se veía venir que iban a ser una de las revelaciones del festival. Bendita la gracia del que colocó a la misma hora a unos sobrevaloradísimos Kooks y a Shout Out Louds, en el Converse Stage (sin casi nadie). Una gozada despejada de ignorantes miradas. Los suecos tienen sentido del ritmo, vaya si lo tienen. Canciones pegadizas, una belleza -Bebban Stenborg- como pluriempleada del grupo (teclado, xilófono, percusión, acordeón…) y un sonido correcto para un nimio escenario.

No importaba que la camiseta -de Messi- con la que Adam Olenius deleitó al público barcelonés fuera falsa. Seguro que el día anterior llevaría la camiseta del Real Madrid. Se volcaron con la -poca- audiencia en una actuación en la que la confianza era mutua. “Tonight I have to leave it”, “The Comeback” o una magistral “Please, Please, Please” colmaron las expectativas de la gente. Pop-rock de media tarde. Ted Malmros, bajista -premio Grammy sueco hace un año como director de “Young Folks”- sacó una bonita estampa de lo que estaba viendo. El graderío fue recíproco con él.

Coronación sureña

Puede que, en lo personal, no sean los chicos más agradables. Son cuatro cristianos cerrados procedentes del Sur de Estados Unidos y que han vendido la friolera de 28 millones de discos -para dar más envidia-. No es la mejor descripción de unas personas con las que hablarías durante más de una hora en torno a unas cervezas. A no ser que utilicen su southern rock como medio. Ya se pasearon esplendorosamente hace un año en el FIB. Pero es más, han ganado tablas.

_Kings of Leon. Reyes del desierto.







Kings of Leon repartieron momentos brillantes en el escenario principal -no hubo demasiados en todo el festival-. “The Bucket”, “On Call” o “Molly's Chamber" supusieron una cálida delicia. La compostura y, a la vez, presencia de los hermanos -y primo- Followill desataron la mayor de las ovaciones de la noche. O, al menos, la más significativa.

La tensión de Nathan era el ejemplo más claro de la profesionalidad de los de Tennessee. Descubrieron un pequeño oasis con “Crawl” y “Manhattan”, pequeño adelanto de su cuarto largo Only by the Night, que saldrá el 23 de septiembre. Rock desértico sin fisuras y mensajes espirituales para perderse por las dunas. La mejor actuación del festival, sin lugar a dudas.

Alborada de medianoche…, hasta el disparo menos sexy

_Mogwai. Puro estado crepuscular.







El post-rock escocés está de moda. Y no simplemente por el revival de Alex Kaprano y sus secuaces. Sino al post-punk más artesanal, aquel que hecho con mimo, constituye una delicatessen instrumental. Es la música de Mogwai. Reflotaron íntegramente en el Walkman Stage su Young Team, remasterizado once años después. Si sus instrumentos desprendieran colores, un arco iris habría inundado el escenario en una magnífica noche de verano. A pesar de las pocas estrellas que se asomaban en el Parc del Forum.

Con un público sumido en un estado crepuscular, la recta final del concierto podía distinguir a una de las bandas que mejor saben elaborar. Eso no ocurrió. Con la sección de viento como protagonista, la concentración de los asistentes era máxima. Los decibelios -muchos durante el resto de los temas- bajaron como broche a una técnica espectacular. Mogwai fear Satan era la obra maestra que unos degenerados ingleses se encargaron de destruir. Sex Pistols comenzaron a derruir la montaña de colores dibujados por los escoceses. Se adelantaron 20 minutos a la hora prevista y su ensordecedor punk en el Movistar Stage no se hizo esperar. Solapó toda capacidad de reacción de Braithwaite y los suyos. Una verdadera pena.

Vocerío y anarcopunk de mercadillo

La potencia del sonido fue la clave del éxito de Sex Pistols en Barcelona. Aunque no hubiera sucedido nada si hubieran bajado el audio del micrófono principal, o que directamente lo hubieran quitado. Johnny Rotten habría sido escuchado -que no oído- de todas formas. Las canciones de los londinenses no han ganado con el tiempo, como ocurre con el buen vino. Más bien han engordado a base de Big Mac´s, como el orangután de Rotten.

Al menos en directo, todos los temas sonaron igual, inclusive “God save the Queen”. La excepción fue “Anarchy in the UK”. Puede que fuera la única que ensayaran. Lydon se creía original con ese traje de flecos, pero no debía de saber que eso lo había llevado antes otra artista y mucho tiempo atrás: Massiel en Eurovisión. Por lo demás, mucha verborrea, canciones inventadas (un estribillo decía textualmente: “I don’t understand español”) y la satisfacción de ver a los creadores del punk. La vena del cuello de Rotten no estalló al final, para desilusión de algunos.

_Sex Pistols. Viejos y abultados, pero ensordecedores.






Por si se había olvidado, esto es un festival

Primera canción y Ricky Wilson ya estaba entre la marabunta. Conoce su oficio y lo explota. Muchos culto-intelectuales considerarán a Kaiser Chiefs un grupo karaoke y tendrán razón. Pero esas bandas son las que animan un festival (otro ejemplo claro es The Hives). Entretenido desde el pitido inicial con “Everything is Average nowadays” hasta “Oh my God”.

_Kaiser Chiefs. Diversión, baños de masas y fiesta.








El flanco derecho del escenario descifraba un sonido aceptable, aunque según algunos asistentes que se encontraban en el otro lado que no lo escucharon bien. Problemas de un festival joven. Wilson se esforzó al máximo por mover las masas, no lo consiguió del todo pero hizo todo lo posible y más. Incitar a cantar, invitar al cantante de Bloc Party a tocar la pandereta en un tema o subirse a un altavoz para finiquitar “I predict a Riot”. Todo valía. Un espectáculo de hora y veinte, donde el frontman no era un simple capullo -como Rotten-, sino un juerguista que parecía pasárselo mejor que toda la audiencia junta. Eso es disfrutar de tu empleo y lo demás tonterías.

El resto de actuaciones eran perfectamente desechables, sobre todo si el cansancio hace mella. Los Piratas ayudaron a conciliar el sueño y Tiga revolucionó a todos los que aspiraban a más. Tercer año del Summercase, derrota en número de asistentes con respecto al FIB, pero se postula como fuerte competidor. Aunque mejor para el público que ni fueran rivales.